viernes, 11 de enero de 2013

Desahuciados y parados cambian el perfil de los nuevos indigentes


La difícil situación económica por la que atraviesa la sociedad valenciana está teniendo su reflejo en la más desfavorecida de las capas sociales: los indigentes. Los agentes de la Policía Local de Valencia ha detectado un leve aumento de su número y un cambio significativo en el perfil de estas personas, que tradicionalmente han sido víctimas de trastornos mentales y adicciones y que ahora se corresponden más con lo que podría denominarse desahuciados económicos. Incluso empresarios venidos a menos pueden encontrarse mendigando en las calles de Valencia.




Según fuentes consultadas por Levante-EMV, en la capital puede haber alrededor de 200 indigentes, una cifra aventurada porque su número cambia permanentemente y se ajusta a variables como el clima o las fiestas. Se ha detectado, en cualquier caso, un ligero repunte con respecto a años anteriores, probablemente debido a la crisis económica.

Y es que el cambio más importante detectado en este colectivo está en el perfil de sus integrantes. Tradicionalmente, los indigentes eran personas que sufrían algún tipo de disfunción mental, eran adictos a la bebida y otro tipo de drogas, padecían una ludopatía o sufrían un fuerte desarraigo familiar. En ocasiones todo esto junto era lo que acababa por excluirles de la sociedad.
Ahora, sin embargo, eso está cambiando. No es que este perfil haya desaparecido, es que ha surgido uno nuevo que antes no era habitual. Ahora, dijeron las fuentes, hay personas en la calle porque económicamente lo han perdido todo y además esa situación se acompaña de un problema de ruptura familiar.

Se trata en la mayoría de los casos de varones de mediana edad entre los que hay desde parados de larga duración hasta empresarios que lo han perdido todo. Uno de ellos, de 50 años, precisaron las fuentes, duerme por la zona de Juan Llorens y está en vías de solucionar su situación con la tramitación de una minusvalía que, a su vez, le permitirá alquilarse una habitación y salir del agujero.
Precisamente una de las «ventajas» de este tipo de indigentes es la mayor facilidad para abandonar la calle. Se trata, dicen las fuentes, de gente capaz de reaccionar y cuando se les ofrece una ayuda económica a través de los servicios sociales suelen buscar un techo e intentar una nueva vida, algo que resulta casi imposible con el grupo de indigentes de perfil tradicional.
Ahora, además, es fácil conseguirles una plaza en los albergues del Ayuntamiento de Valencia, pues hay menos inmigrantes y se han liberado espacios.

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