
La preocupación de los monitores llega
cuando los menores cumplen 17 años y dejan de asistir
La mala fama de la barriada es muy grande, pero no ha sido impedimento para un grupo de voluntarios. Prueba de ello es el nombre que eligieron para su proyecto: «Somos del Corral». Desde hace cinco años desarrollan actividades para fomentar la integración social de los más pequeños del Corralón.
Cinco son los monitores. Dos chicas y tres chicos de edades comprendidas entre los 18 años de Javier, el más joven, y los 22 de Pablo, el mayor. Los tres restantes son Marta, Carlos y Tere.
El plan social, cuyo nombre fue elegido también por los niños que participan, forma parte del proyecto de infancia de Cáritas. «Somos del Corralón y a mucha honra», asevera uno de los monitores. Son todos voluntarios y dedican su tiempo de forma altruista a trabajar por la integración, con escasos recursos económicos y sin ningún tipo de subvenciones por parte de las instituciones públicas. A estos monitores no les queda más remedio que autofinanciar su proyecto con mercadillos, lotería y con la ayuda de sus familias, que les permite comprar material y pagar las excursiones.
Aseguran que no han llamado a ninguna puerta, pero admiten que echan de menos una ayuda por parte de las instituciones, así como el apoyo de un trabajador social. Tere se ha quedado sola en dos ocasiones, pero echó mano de sus amistades. Se lo comentó a Pablo, su amigo del colegio, y se incorporó al grupo. El siguiente fue su hermano Javi, que a su vez reclutaba a su amiga Marta. El quinto en entrar fue Carlos, que se había ofrecido a Cáritas como monitor social. Con él comenzaban de nuevo a trabajar en el proyecto. Cada jueves, al finalizar el día, el grupo se reúne en un bar para preparar el programa.
Cuando llega el sábado, los cinco jóvenes se encuentran en la parroquia de la calle Campoamor. En uno de sus locales llevan a cabo su labor social. Los niños del Corralón llegan sobre las 11 de la mañana y están allí hasta la una del mediodía. Suelen participar entre 15 y 20 menores, de entre 4 y 16 años. Dos son niñas; y el resto, niños.
Wally, de 15 años, es el más responsable. Acude siempre acompañando a sus primos, a los que lleva cogidos de la mano y se encarga de devolverlos a sus casas. Cursa estudios de la ESO.
Comienzan siempre la jornada con juegos para que los niños se relajen. También hay excursiones a los parques y canchas de fútbol. Forman equipos para jugar con los vecinos. Los monitores tienen claro su objetivo. Inculcar a los chavales civismo y respeto por los demás, así como la necesidad de ir al colegio y apartarlos de la delincuencia.
La mayor preocupación de los voluntarios llega cuando los chavales cumplen los 17 años y comienzan a apartarse del grupo. Pierden el contacto con ellos, y en no pocas ocasiones se preguntan por su paradero y situación, y es ahí cuando más echan de menos la ayuda de las instituciones.
Fuente: http://www.lasprovincias.es/v/20100704/valencia/otra-cara-ninos-corralon-20100704.html por TONI BLASCO.
Fuente: http://www.lasprovincias.es/v/20100704/valencia/otra-cara-ninos-corralon-20100704.html por TONI BLASCO.
no os quedeis solo con lo malo del barrio tambien hay gitanos que estudiamos trabajamos Y NOS RESULTA MAS DIFICIL ENTRAR EN LON QUE LLAMAN SOCIEDAD.GRACIAS ALOS QUE DE MANERA DESINTERESADA AYUDAIS A QUE ESTO SEA POSIBLE,
ResponderEliminarPORQUE RESULTA MAS DIFICIL ENCONTRAR TRABAJO
O SIMPLEMENTE SEGUIR CON LOS ESTUDIOS SI TIENES QUE AYUDAR EN CASA.
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